Como todo ser humano, como cada uno de sus hijos, Dios desde antes de darnos la vida ya tiene el plan para que podamos alcanzar la verdadera felicidad. Ese plan que a lo largo de nuestra vida va produciéndose poco a poco en el que siempre habrá muchas cosas que agradecerle a Dios.

Hay una cosa, más bien podemos llamar etapa, que podemos agradecer en la que Dios nos muestra su amor explícitamente. Sentirme tan amado por Dios tanto que  en el corazón busco compartir ese amor con otras personas.

Esta realidad la empezamos a vivir después que recibir la Confirmación. ¿Por qué? Es bueno recordar que el Espíritu Santo, en la plenitud de su presencia, sus dones y carismas habita en mi corazón desde ese momento. Parecería una situación normal que desde mi interior buscara llevar y compartir la plenitud del amor de Dios a mí alrededor. Así como al llenar un vaso de agua más allá de su capacidad, ella termina empapando todo lo que está junto al vaso.

 

¿Cómo vivo esta realidad?

Seguramente has conocido personas que después de terminar su curso de confirmaciones, el año de formación (básica y espiritual) que hay que agradecer tenemos esta bendición en la parroquia. En medio de obstáculos, dificultades pero también alegrías, hermanos de comunidad y descubrir de maneras más cercanas y maduras cuanto me ama Dios, llega una pregunta importante para mi nueva etapa como joven cristiano: ¿En qué grupo quiero servir? ¿Dónde puedo ofrecer a Dios mis dones y talentos?

Ahora, con la mayor sencillez  te comparto algunas cosas que puedes tomar en cuanto para ayuda de tu decisión. Tanto si has pasado un tiempo en la parroquia desde los talleres, confirmaciones y formación, como si vienes de otra parroquia y por alguna razón Dios te ha acercado a esta comunidad.

  • Descubrir el llamado al servicio como un don de Dios, una gracia:

A veces olvidamos que la llamada  a servir a Dios es un don cuando nos preocupamos, pensamos que no la voy a hacer, es decir queremos sacar adelante esta obra por mis propias fuerzas cuando claramente no será así. Es una obra de Dios que ira haciendo en mí, y es cuando todo lo que aprendí y seguiré aprendiendo debe dar frutos.

No hay de qué preocuparse si mis papas les enoja si estoy mucho en la parroquia, mis amigos fuera de la iglesia me la riegan o en las situaciones más difíciles, cuando Dios comienza una obra en alguno de sus hijos, el dispone todos los medios para que llegue a buen término. Solo hay que tener abierto el corazón y sin dejar de lado mis responsabilidades, para que el plan de Dios se realice poco a poco.

Dios regala muchas bendiciones en la vida comunitaria. Una de las más bellas es descubrir el sentido de mi vida, cual es mi vocación, como llegar a ser feliz, ser santo.

  • Discernir: Claramente elegir una comunidad no es igual a elegir sobre que cereal comprar en la tienda, que ropa ponerme en la mañana para ir a la escuela o trabajar. Para esta nueva etapa en mi vida cristiana, aunque también en muchos momentos anteriores y en un futuro, necesito orar y escuchar la voz de Dios en mi corazón.

Aquí pueden entrar todas las formas que conozcas para eso: Visitar al santísimo, acudir a la gracia en los sacramentos, buscar el consejo de alguna persona al que le tengas confianza y su juicio sea prudente e imparcial. Recuerda que el Espíritu Santo habita en ti, cuanto bien da a la mente y al corazón su luz e inspiración. Con el ejemplo de los santos, tenemos un apoyo cercano.

Sin darnos cuenta podemos caer en el error de quedarme con la opción del grupo donde me sentí más agusto, donde los coordis me trataron más suave, el ambiente esta “chido” y de pasada dejarme influenciar por el grupo de amigos coordinadores que conocí antes. No se trata de esto, en la biblia y sobre todo en el evangelio Jesús nos invita a seguirlo, a servirle con un corazón libre, sin cosas o personas que me aten. Para nada es malo encontrar un lugar donde te sientes recibido y las personas te tratan bien, pero pregúntate la sinceridad de tus intenciones, Dios conoce bien lo que hay en nuestro corazón.

  • Identificar virtudes y limitantes: Gracias a que Dios nos ha regalado un cuerpo para vivir en este mundo. Un cuerpo que se mueve por la acción del alma. Sabiendo que somos creaturas frágiles nos podemos dar cuenta que hay cosas que nos cuestan más trabajo que otras, hay otras que nos apasionan y gusta más hacer. Cada uno es invaluable a los ojos de Dios por ello es bueno que al pensar en esta decisión, pensar también en los talentos y cualidades que tengo así como las cosas o situaciones donde más batallo.

Con verdadera humildad sin hacer más grandes mis defectos ni engrandecer mis virtudes, te recomiendo que conozcas más sobre ti. Las cosas que te gusta hacer y las capacidades que tienes pueden ser medias para servir a Dios en bien de los demás.

Puede ser el caso que hay una comunidad donde te puedas sentir atraído, atraída a servir por los talentos que en esa comunidad se cultivan. Desde el trabajo con cierto grupo de personas, ciertas actividades como en los talleres, trabajo con jóvenes o con niños, la acción del espíritu santo en la parroquia ha sido a manos llenas, agradezcamos esta obra y sea tu corazón un terreno fértil donde de frutos.

Si hay algún tipo de servicio en el que te sientas inseguro, con nervio o que es una responsabilidad muy grande, recuerda el punto anterior, discernir y ponerme en manos de Dios. El sabrá dar fuerza a lo que yo considero una debilidad o algo que no puedo hacer con igual facilidad que otros. Puede que realmente mi llamado al servicio sea en otro grupo o solo confiar más en Dios y aunque me parezca difícil, saber que el hará la obra.

Como sugerencias finales puedes ayudarte de muchas cosas. Acercarte a algún grupo que despierte inquietud en tu corazón, si hay alguna feria de grupos que te presente las oportunidades de servir en la  parroquia aprovéchala. Si algún amigo te comparte sobre la experiencia del grupo donde está, e incluso si Dios pone en tu corazón la idea de abrir un nuevo grupo que colabore al servicio de Dios en su pueblo ¡mucho mejor!.

Ya sea si vas a comenzar la etapa como servidor, ya tienes algún tiempo y sientes que puedes poner tus dones y talentos en otro servicio, es importante recordar (re-cordar, traer al corazón) que es una iniciativa de Dios. Es una forma de descubrir cuanto te ama Dios. Toda decisión que tomes en este camino, las dificultades (que las habrá) y lo que te llene de alegría, vívelas de cara a Dios.

Dice el padre Pio que todo tiempo dedicado a Dios vale la pena. Como testimonio personal compruebo estas palabras y te animo también a que lo experimentes. Es una etapa de las muchas que podremos vivir como jóvenes cristianos, no dura toda la vida (a menos que en tu vocación desde el sacerdocio, vida religiosa o vida en soltería dedicados toda la vida al servicio de Dios, lo requiera) por ello hay que valorarla, ser agradecido y amar a Dios lo más posible a través de ella.

Por Daniel Moreno