Cuando nos encontramos en una oración guiada, es común que se nos pida cerrar los ojos, pero ¿y si no lo hago, es incorrecto? ¿me ayuda cerrar los ojos o es solo un signo de oración?
Aquí en Ciudad Juárez, existe el movimiento de la Renovación Carismática Católica, que año con año realiza varios congresos, en los cuales se realizan asambleas de oración y Horas Santas, las cuales son momentos de oración, de encuentro con Dios, de alabanza, de adoración. Y en ellas, existen diversos animadores o guías que van ayudando a todos los que viven el momento, a entrar en oración y es común que escuchemos la invitación de cerrar los ojos.
La verdad es que es simple, al cerrar nuestros ojos, evitamos que sea lo que sea que estemos viendo nos distraiga de esta charla con Dios. Sin embargo, si esto no te ayuda, pon tu mirada hacia abajo o un punto fijo que no te distraiga de la oración.
Comúnmente cuando hablamos con una persona, si es frente a frente, la vemos, pues sus gestos en las manos, rostro y su todo cuerpo, son parte de la conversación. Sin embargo, a Dios, no lo podemos ver, al menos no mientras estemos en la tierra, nuestra mejor opción es escucharlo, no solamente con los oídos, si no con el corazón.
Dice San Ignacio de Loyola en sus ejercicios espirituales, que debemos buscar silenciar los sentidos así como un espacio donde se nos permita entrar en nosotros mismos y así, como dice San Ignacio «sentir y gustar internamente».
Si de verdad vas a hablarle a Dios o escucharle, hazlo desde el fondo de tu corazón y prueba si cerrando tus ojos, te puedes concentrar más; A muchos les ayuda imaginar el rostro de Jesús. Cuándo hables con El, trae a tu mente aquellas cosas por las que le pides o agradeces. Y si cerrar los ojos no te ayuda a concentrarte, voltea a ver la custodia del Santísimo en todo momento, admira su belleza y la Eucaristía y si en la oración no está expuesto el Santísimo, mira hacia abajo o algún punto que te ayude a concentrarte en tu conversación con Dios.
Dios nos dio un don maravilloso que es la imaginación, la capacidad de traer a la mente recuerdos, ¡úsala en tu oración! Al escuchar el Evangelio o una lectura de la Biblia, imagínate ahí con Jesús en Tierra Santa, caminando con El, viendo como cura a enfermos y paralíticos.
Así que la próxima vez que estés en oración y te inviten a cerrar los ojos, no temas, es una excelente recomendación para apagar los sentidos de lo externo y abrir el corazón a lo interno, al encuentro con Dios y si te resulta incómodo, encuentra un punto que te ayude a concentrarte mejor para esa conversación santa con nuestro Padre Amoroso.