Mi madre me dice que cuando estaba en preescolar, me daban de esos calendarios de Adviento que tiene 24 puertas pequeñas, cada una o con un chocolate o con una imagen detrás de ella. Se supone que son una manera divertida para que los niños lleven cuenta regresiva para Navidad.

“Cuando todas las puertas se abran”, mi madre me explicaba, “la Navidad ya estará aquí”.

En ese momento, al parecer, abrí todas las puertas a la vez, solo para sentirme irritada porque mi madre no me había aclarado que no eran 24 puertas, sino que tenían que pasar 24 días para que llegara la Navidad.

Pobre de mí. No más puertas y 24 días de espera.

Y entonces esperamos

Siempre estamos esperando algo, especialmente en la prepa. Esperar para que llegue el fin de semana. Esperar para saber si conseguiste el trabajo después de clases. Esperar para saber si entraste al equipo. Esperar a que tu madre te recogiera de ese trabajo o del entrenamiento del equipo. Esperar a obtener la licencia de conducir. Esperar a escuchar de las universidades. No lo tomen a mal — Sé que los días están llenos de extracurriculares, tarea y Netflix. Pero también hay mucha espera en medio de todas las actividades.

Dios y Padre nuestro, que acompañas bondadosamente
a tu pueblo en la fiel espera del nacimiento de tu Hijo,
concédenos festejar con alegría su venida
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina
contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.

La Colecta (la oración que se dice después del Gloria en misa, antes de la primera lectura) del tercer domingo de Adviento nos describe a nosotros los fieles esperando la natividad del Señor. Definitivamente nos podemos relacionar con esta idea de esperar porque lo más probable es que fue hace minutos antes que estabas esperando que tus resultados de la escuela fueran publicados, estuviste esperando a que te invitaran al baile, esperando a que el repartidor llegara con la cena, o esperando a que te contestaran el mensaje de texto… Todos sabemos lo que es estar esperando.

Y porque esperamos demasiado, podemos ser tentados a pensar que el Adviento es tan solamente esperar por un tiempo a que algo suceda. Entramos en cuatro semanas de espera (o en este 2017, tres semanas y un domingo en la tarde) y después celebramos la Navidad.

Aunque este tiempo de espera es muy diferente al que realizamos en una parada del camión. La navidad celebra la encarnación — el hecho de que el Hijo de Dios se haya hecho hombre para que se cumpliera nuestra salvación. Salvación — ese fue Su plan desde un principio. Ese fue Su plan desde el momento que Adán y Eva pecaron y le prometió a Satanás que Él “pondrá enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya…” (Génesis 3:15, mejor conocido como el Protoevangelio o el “primer Evangelio”, por si quieres impresionar al ministerio juvenil en el siguiente estudio de la Biblia)

Él también nos espera

La realidad del Adviento es que es un tiempo para nosotros para recordar por medio de la oración que una vez el mundo estaba esperando al Salvador y ahora estamos esperando su segunda venida. Pero también nos invita a considerar como Dios nos busca, nos invita e incluso nos esperándonos desde el momento en que el pecado original fue introducido al mundo. A diferencia de esperar por el autobús o nuestro café, el Adviento es un tiempo de espera constante una oportunidad para meditar lo que Dios desea para nosotros, incluso mientras caminamos a través de la espera de la venida del Mesías relatada en el Antiguo Testamento y permitimos que la realidad de la Segunda Venida impregne nuestros corazones.

El corazón de Dios nos espera, y el tiempo de Adviento nos invita especialmente a habitar en el misterio que Dios nos busca — te busca, me busca, busca a la persona que más te fastidia, a la persona más ignorada — Él nos busca a todos no por obligación o porque es su deber, sino porque simplemente Él ama.  El desafío es silenciar todas nuestras distracciones en este tiempo y en verdad encontrarlo.

En vez de pasar el tiempo de Adviento simplemente marcando los días en un calendario (o comiéndose todos los chocolates detrás de las puertas), podemos buscar nuestro encuentro con Él en las oportunidades que este tiempo nos brinda, tales como:

  • Recibir el Sacramento de la Confesión. Dios espera encontrarse con nosotros en este sacramento de Misericordia. Si fuiste a confesarte este verano o en tu retiro pasado, este es el tiempo perfecto para seguir recibiendo la misericordia de Dios. Si no has recibido este sacramento desde tu Primera Comunión o tu Confirmación – ¡no temas! La misericordia de Dios te está esperando.
  • Muchas parroquias tienen “misiones” o días de rememoración – pláticas en la mañana o en el transcurso de los días – que se enfocan en un aspecto particular de la espiritualidad durante el tiempo de Adviento. Investiga si hay alguna misión de Adviento o un día de rememoración dentro de una parroquia cerca de ti y piensa en asistir – incluso si es algo que tu grupo parroquial no suele hacer.
  • Con la lectura del Antiguo Testamento del domingo como guía, adéntrate al Antiguo Testamento – especialmente el Profeta Isaías – y aprecio cómo las promesas de Dios en el Antiguo Testamento se cumplen en Cristo en el Nuevo Testamento.
  • Escoge alguna lectura espiritual – un libro sobre la vida de un santo que admiras, o sobre un autor al cual aprecias – y trata de pasar unos minutos cada día leyendo o estudiando antes de sumergirte en Netflix o en las redes sociales.
  • Busca algún ministerio que necesite ayuda en algún comedor o un programa después de clases — y pasa ese tiempo llevando a Jesús a los que más lo necesitan.

 

Esperar. Puede ser difícil. Frustrante. Decepcionante. Aburrido. Pero a diferencia la mayoría de lo que esperamos en esta vida, el Adviento no decepcionará porque bien sabemos que aunque estemos en medio de la espera, nuestros anhelos de amor eterno llegan a nuestro Padre, que nunca cesa de buscarnos y llamarnos a la eterna unión con Él. El corazón de Dios te está esperando. Búscalo este tiempo de adviento.

Por