Pasando mi curso de confirmaciones y formación básica, decidí entrar al último curso como formando en FE y prepararme para ser coordinadora. Durante el curso de Formación Espiritual Sábados, Dios me puso la prueba más grande que he tenido en mi vida. Comenzó en que siempre fui muy responsable y dedicada en la escuela, estudio arquitectura en la UACJ, en aquel entonces cursaba mi 4to semestre, trabaja y asistía a mi curso pero comencé a sentirme muy fatigada en exceso y no rendía lo mismo en mis actividades, quería estar dormida la mayor parte del tiempo. Durante el curso me sentía muy bien, me gustaba mucho ir y los temas tocaban mucho mi corazón.
Un sábado en camino al curso empecé a sentirme mareada mientras conducía y cuando llegue a la capilla San Benito me baje deje del carro y sentía raro en mi pantalón al momento de revisar empezó a correrme una hemorragia muy fuerte por las piernas y en ese momento comenzaron a brotarme manchas rojas en el cuerpo, comencé a sudar frío, avise a mi coordinadora y me devolví a la casa, llegue por mi mama y fuimos al doctor, me contaron que el sangrado que no fue nada normal. Y ahí comenzaron a hacerme una serie de estudios equivocados. Días después empecé a tener hemorragias fuertes por la boca y la nariz, me empecé a asustar y preocuparme. Me hicieron un examen médico general en un laboratorio y cuando tuve los resultados los llevamos a revisar. Para mi sorpresa el doctor se preocupó mucho por los resultados, al parecer estaba muriendo, ya que mi cuerpo tenía menos de la mitad de las plaquetas que debemos producir de sangre. Eso nos llevó a un especialista. El primer diagnóstico fue una posible infección en la sangre (Leucemia) al saber esto yo me derrumbe por completo. Siguieron con estudios, tuve una extracción de médula ósea. Le sorprendía como dentro de lo que cabe lucia bien a pesar de estar tan grave, ya que una hemorragia más y mi cuerpo se quedaba sin sangre. Inicie un tratamiento para elevar mis plaquetas de sangre y mis defensas, me prohibieron hacer muchas actividades y comer muchas cosas ricas. Cada semana me tenía que hacer estudios y sacarme sangre. En este transcurso descartaron la enfermedad de lupus. Pero era muy grande mi desesperación de no saber que tenía. Veía como mis papas sufrían y se escondían para llorar. Mi familia y amigos igual.
Durante este tiempo me sentía muy mal con Dios, un tanto molesta. Estuve muy equivocada. Renegué y le pregunté muchas veces que por que me pasaba esto a mi si yo estaba siguiendo su camino, oraba, me confesaba, iba a Misa, comulgaba y le dedicaba mis fines de semana en el curso. Para mí el hacer todo esto me volvía intocable y no lo veía como una prueba que él permitió, porque sabía que podría salir adelante. Aun después de esto seguí en el curso y todo fue gracias a 4 personas. Mis coordinadores Jorge Soto, Valeria Amen y Fede Corral que siempre estuvieron apoyándome y guiándome en el camino. Y un día muy hermoso en todos los sentidos, la coordinadora general de ese entonces Jazmin, dió un tema muy especial que sentía que lo daba por mí. Habló sobre cómo debemos abandonarnos antes Dios, poner todo en sus manos y aceptar su voluntad. Supe que Dios habló por ella ese día, que Él quería sanarme espiritualmente y hacerme entender que no era un castigo, que era una prueba de amor por que la necesitaba en mi vida. No me contuve y lloré mucho durante el tema.
Ahí en mi oración y con todo mi corazón le entregue a Dios mi enfermedad, me rendí ante él y acepte su voluntad, nunca olvidare la paz inmensa que sentí, se fue el miedo y la angustia. Solo en mi había amor y tranquilidad. Ese día supe que todo estaría bien. El lunes fui a recoger estudios y llevarlos con mi doctor, al revisarlos me dijo que todo había mejorado que no se explicaba cómo, que solo tenía que tomar medicamento dos semanas más y estaría dada de alta. Fue el milagro más hermoso y la mejor prueba de que Dios me ama. Todo esto fue muy doloroso, pero cuando lo vi de otro modo, crecí mucho espiritualmente, la relación con mis padres y el amor se fortalecieron. Mi familia se unió para orar por mi así como mis comunidades, descubrí que tengo los mejores amigos del mundo. Sobretodo descubrí que soy un ser muy bendecido y que si Dios me dio otra oportunidad era por algo.
Decidí servir en la comunidad de Formación Espiritual Sábados, el tiempo que estuve ahí ha sido lo mejor que me ha pasado. Aunque ahora me llegaron más responsabilidades guardo todas las experiencias en mi corazón y no me cansaré de contar como Dios me salvó la vida y el alma con esa prueba tan dura.
Gracias a todos por todo. Tienen un lugar importante en mi corazón y los extraño siempre.
- Jazmyn Moreno