Elegir un grupo de formación o para servir suele fácil, uno lo va visualizando bastante tiempo antes, sin embargo, a veces escuchamos que evitemos entrar a un grupo por qué hay otro mejor. Y es cuando nos ponemos a decidir entre lo que queremos y lo que nos dicen, esto nos puede causar confusión y duda. 

Recuerdo que al terminar confirmaciones, yo ya tenía decidido seguir en formación, sin embargo, fue imposible ignorar algunos comentarios de servidores y compañeros que decían que si quería entrar a formación, fuese en otro día y no en el que había decidido. Y aunque al principio no le tome importancia, no tardé mucho en dudar fuertemente a cuál grupo quería entrar.

Una vez que se llegaron las fechas de inicio, decidí ir al grupo que en un principio había querido entrar, a pesar de los comentarios de otras personas que me decía que me fuera a otro grupo. Y aunque comencé con algo de temor,poco a poco me di cuenta que el grupo al que entraba estaba lleno de personas de todo tipo, y que no era diferente de otros grupos, había gente muy amable, muy trabajadora, muy consiente a sus responsabilidades y ciertamente también personas de las cuales uno poco podía aprender algo benéfico.

Y así pasaron los meses, aproveché al máximo lo que pude, aprendí bastante de los temas, de las dinámicas y del retiro. Pero muy especialmente aprendí de aquellas personas, de aquellos coordinadores que quizás no daban el mejor testimonio, aprendí que había mucho por trabajar en la Iglesia.

Una Iglesia de pecadores caminando a la santidad

Cuando entramos a confirmaciones, vemos a la Iglesia como si fuera algo externo a nosotros, algo ajeno. Sin embargo, al terminar confirmaciones, uno sale con un corazón apasionado por Jesús y con un sentido de pertenencia a la Iglesia y es precisamente estas dos cosas las que nos deben de impulsar a seguir trabajando todos como comunidad, en ofrecer a aquellos que vienen detrás de nosotros -especialmente si al formarnos nos dimos cuenta de las oportunidades-, un mejor apostolado, un mejor curso, mejores dinámicas, mejores retiros, una mejor experiencia de Iglesia, de comunidad y de Dios.

Es cierto que puede haber personas en los grupos parroquiales que no están ofreciendo el servicio que esperamos, pero también es cierto que la Iglesia es una Iglesia de pecadores, de personas que se acercan a buscar no solo una, sino varias oportunidades para crecer, para dejar aquellas cosas que los están alejando del camino de la fe. Por otra parte es importante mencionar que si vez, conoces o has tenido una experiencia en los grupos que sientes que hay que corregir, no te calles, acércate con el coordinador general o con algún sacerdote de la comunidad, no con el fin de perjudicar a un servidor, si no de ayudarle a encaminar sus acciones a la santidad y así crezcamos juntos.

Una sola comunidad

Hoy, después de varios cursos como coordinador, siento que es muy importante no cerrarnos a la realidad de que somos personas que fallamos, pero que también, debemos estar trabajando arduamente (y más si somos servidores) por ir dejando aquello que nos está alejando de Dios y que a su vez, provoca que otras personas se alejen de la Iglesia.

Si tu has decidido entrar a un grupo de formación o a servir, prepárate para estar en la comunidad de Jesús, donde su amigo Pedro lo negó 3 veces, donde su amigo Judas lo traicionó, pero también y más importante, la comunidad por la que Jesús apostó para darlo a conocer a los demás, la comunidad a la que le dió su Espíritu Santo para darle el valor por el que la gran mayoría de sus discipulos fueron martirizados.

Recuerda que estés en el grupo que estés, eres parte de la comunidad más grande de seguidores de Jesús, no solo de un grupo parroquial, nuestro sentido de pertinencia mas grande debe ser hacia la Iglesia, que se encuentra en cada rincón del planeta. Esta es la comunidad de la que somos parte.

Atiende el llamado

Te invito a que entres al grupo al que te sientas llamado, al que tu horario mejor te permita, a evitar prejuicios, a la corrección fraterna si lo vez necesario, a acercarte y hablar con los coordinadores generales o sacerdotes si es necesario, a una acción contemplativa ante las necesidades de la comunidad, pero sobre todo a aferrarse a la cruz, aferrarse a la misión a la que Jesucristo nos llama con un sentido de unidad, a amar con verdadera pasión a Dios y a los demás que vengan a conocerle.

No importa el grupo en el que estés, importa el deseo de servir y el llamado que Dios te esté haciendo, atiende en oración estas dudas, acércate con una persona en quien confíes para que te ayude en este discernimiento. Dejemos de comparar o de buscar «un mejor gurpo», fijemos nuestra mirada en la meta, en nuestro propósito, pongamos nuestro granito de arena para que toda la comunidad, no solo un grupo, sea un espacio de amor, comprensión y de encuentro con Dios. ¡Sirvamos con alegría sea donde sea nuestro llamado!